Costa Maya, envuelta en ritmos caribeños

Desde Chetumal, capital del estado de Quintana Roo, en México, que fuera la puerta de entrada del reggae, pasando por Mahahual y hasta Bacalar, destinos que suenan a calipso y anécdotas de piratas, la Costa Maya atesora una riqueza natural y sonora, digna de un music trip

Por Laura Llerena

Para Rafael Moreno, profesor de danza en la capital de Quintana Roo, “Chetumal suena a ritmos caribeños; es la puerta de entrada del reggae a México. Suena también a calipso y al breakdown que llegó a la ciudad y de la que después los locales crearon su propia versión, la cual usan en sus festividades”.

Todos los fines de semana, los viajeros pueden admirar algunas danzas costumbristas de Chetumal, como el baile de los chicleros que tanto caracteriza a este destino por su legado del chicle, en la explanada de la bandera, muy cerca del palacio municipal.

El zapateado, el particular gritito de ¡échale! que lanzan algunos de los bailarines para animar el baile, mezclado con la música que seguramente no escucharás en otro destino, hace que el corazón lata de alegría irremediablemente. Es una gran oportunidad para conocer la Costa Maya desde sus sonidos, los colores de sus trajes típicos y los mejores pasos de baile de los locales.

Siguiendo el malecón, tras haber comprado una clásica marquesita o un refrescante machacado, un raspado con fruta triturada; en la Concha Acústica también se llevan a cabo presentaciones musicales; es un punto de encuentro entre los locales.

En la capital de Quintana Roo no puedes dejar de hacer una visita al Museo del Faro, para conocer más sobre el funcionamiento de este y otros faros del mundo, así como al nuevo Museo de la Memoria y el Futuro para admirar un video mapping sobre el mestizaje.

Tampoco te puedes perder la Maqueta de Payo Obispo, que reproduce la arquitectura romántica inglesa de este municipio que fuera la antigua capital del estado, fundado el 5 de mayo de 1898 por Othón Pompeyo Blanco. La maqueta fue diseñada por Luis Reinhard y cuenta con 250 casitas hechas de madera.

Raíces mayas

Más allá de la bahía de Chetumal, a menos de una hora, la zona arqueológica de Chacchoben, que retoma el nombre del ejido donde se ubica, y que en maya significa “lugar del maíz colorado”, es otro lugar obligado en el itinerario de viaje.

Aquí, entre las 70 hectáreas que dejó una antigua cultura, se escuchan en maya los nombres de los caminos, de los árboles y de las ciudades de los gobernantes. Se oye la historia de construcción de una gran civilización, aquella que edificaba pirámides para alcanzar a los dioses y descubrió que la resina que salía del árbol del chicozapote servía para limpiarse los dientes y, posteriormente, sirvió para fabricar chicza o goma de mascar.

Mahahual, ecos del arrecife

A cerca de dos horas de Chetumal, Mahahual es otro destino que resguarda sonidos exquisitos, sobre todo para los oídos citadinos.

En este destino de apenas dos mil 500 personas, es posible comer en algunos de sus restaurantes a orillas del mar, comprar artesanías o pasear en bicicleta y disfrutar del azul turquesa del Caribe y la tranquilidad que regala este destino que aún puede considerarse un pequeño “pueblito”, aunque quizá no por mucho tiempo más.

Pero si eres de los que les gusta la aventura, puedes optar por unas clases de surf, impartidas regularmente por extranjeros, quienes llegaron hasta este lugar a vacacionar y decidieron quedarse, o bien, puedes hacer un paseo debajo del mar para admirar la vida marina con un tour de esnórquel.

La pequeña embarcación comienza su recorrido mar adentro. Tras unos 15 minutos, en medio de un océano entre azul y verde esmeralda, hay que descender. Las reglas dictan que al nadar no se puede tocar nada y no se puede nadar sobre el arrecife, pues las aletas pueden llegar a dañarlo.

Desde la superficie del mar, a través de los googles aparece un mundo distinto. Ahí, el sonido de la respiración propia invade el sentido del oído. El guía va indicando la ruta a seguir para admirar la belleza bajo el mar. De vez en cuando se detiene para indicar que hay un banco de peces.

Cual tritón, sin una pisca de cansancio en su rostro, él nada de un lado a otro, va en busca de una tortuga. Luego de varios minutos, hay quienes deciden regresar a la embarcación, pero para quienes persisten, al final está la recompensa: tras varios intentos, logra localizar a una enorme tortuga. “¡Aquí está!”, grita mientras señala para que todos lleguen al punto. Es una imagen memorable.

Bacalar, la joya del sureste mexicano

Bacalar, ubicado a una hora de Mahahual, es otro destino a visitar en tu paso por la Costa Maya, que entre sus sonidos característicos resguarda historias de piratas, voces del mestizaje y las melodías que produce la misma naturaleza.

El primer lugar por conocer es el Museo Fuerte de San Felipe, donde guías de turistas, como Carlos Antonio Cruz, cuentan cómo la entonces llamada Villa de Salamanca de Bacalar se convirtió en lo que es hoy.

Al interior del pequeño museo, es fácil imaginar a Diego el Mulato o a Morgan, los piratas más famosos que llegaban a Bacalar para saquear el palo de tinte, un árbol que valía como el oro y del que se extraía una valiosa tinta roja.

Carlos ilustra a los viajeros sobre lo que comercializaban los antiguos mayas: sal, miel y cacao, sobre cómo evangelizaron al pueblo haciendo que al tiempo que adoraban al árbol de la ceiba (que tenía forma de cruz), rindieran culto a una nueva religión; indica la importancia de Gonzalo Guerrero, “Padre del Mestizaje”, y cómo los mayas creían que su dios de la lluvia le pegaba a las nubes con una hacha para que lloviera.

Tras escuchar algunos de estos relatos que envuelven al Fuerte, es tiempo de conocer la joya de Bacalar: la laguna de los siete colores, llamada así por los diferentes tonos de azul que se distinguen gracias a los rayos del sol y la profundidad del mar.

Un recorrido a bordo de una lancha lleva a los viajeros a sitios de belleza inaudita, rodeados de arena blanca y el turquesa del mar caribe. A lo largo del tour se observa el Cenote Esmeralda de 45 metros de profundidad, el Cenote Cocalitos, de 50 metros y los Cenotes Negro y Azul de 90 metros de profundidad.

Además, se admira la isla de los pájaros y el Canal de los Piratas, donde se detienen muchas de las embarcaciones de turistas para disfrutar de la vista, darse un chapuzón en sus aguas cristalinas y hacerse una exfoliación con la arena.

 

Así, entre leyendas de piratas, una civilización que aún sobrevive a través de relatos y sus construcciones majestuosas; paisajes naturales de revista donde es posible practicar deportes de aventura y ritmos que hacen bailar a todos, se disfruta de la Costa Maya que nada tiene que ver con Cancún, envuelto en cultura, naturaleza y sonidos.

Datos útiles

Danzas regionales

Todos los sábados y domingos a las 7:00 P.M. en la explanada de la bandera, en la bahía de Chetumal. El espectáculo es gratuito.

Museo del Faro

Heróico Colegio Militar 22, Barrio Bravo.

Maqueta de Payo Obispo

22 de enero entre Av. Miguel Hidalgo y Av. Reforma, sobre el Boulevard Bahía. Entrada gratuita. Abre de 10:00 A.M. a 16:30 P.M.

Zona arqueológica de Chacchoben

Está abierto de lunes a domingo de 08:00 a 17:00 horas (el último acce- so es a las 16:30 hrs.) y tiene un costo de 60 pesos por persona.

Tour de esnórquel en Mahahual

Tiene una duración de aproximadamente hora y media y un costo de 300 pesos por persona, según la compañía contratada.

Museo Fuerte de San Felipe

Ubicado en el centro de Bacalar.

Martes a domingo de 9:00 a 18:00 hrs. El costo de entrada es de 50 pesos por persona.

Recorrido en lancha por Bacalar

Tiene un costo de alrededor de 300 pesos por persona y una duración de dos horas.

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